La candidatura de Adán Amezcua para dirigir a los Sultanes de Monterrey en 2026 ha generado entusiasmo, pero también dudas razonables. El principal argumento en su contra es evidente: nunca ha dirigido un equipo en la Liga Mexicana de Beisbol. Su única experiencia reciente como coach se dio en 2024 con los Leones de Yucatán, en una temporada marcada por la inestabilidad en el banquillo.
Frente a candidatos como Albert Pujols, Ozzie Guillén o Hensley Meulens, que acumulan experiencia internacional en ligas de primer nivel, Amezcua parte con desventaja en el rubro del currículum. Para muchos aficionados, debutar en Monterrey —una plaza que exige competir siempre por el campeonato— es una apuesta demasiado arriesgada.
Sin embargo, Amezcua se defiende con un argumento sólido: su carrera como cátcher de élite durante 23 años. En sus propias palabras, recuerda que los receptores viven todos los ángulos del juego: defensiva, ofensiva y estrategia. Haber sido campeón con Sultanes, Tigres y Tomateros, además de conquistar tres Series del Caribe, lo coloca como alguien acostumbrado a triunfar en escenarios de alta presión. “Si no me sintiera preparado, no levantaría la mano”, aseguró.
Amezcua también insiste en que su paso como jugador le permitió absorber conocimientos de managers dominicanos, venezolanos, mexicanos y estadounidenses, lo que considera un aprendizaje equivalente a una etapa de formación en el banquillo. A eso suma su preparación académica en administración de empresas, que le otorga una visión estructurada para liderar equipos.
El dilema, entonces, no es solo su inexperiencia formal como manager, sino la contradicción entre la exigencia de Monterrey y la oportunidad de apostar por un líder identificado con la institución. La directiva deberá valorar si el riesgo de un debut se compensa con el potencial de un liderazgo cercano, apasionado y moderno.
En este punto, resulta imposible ignorar el contraste entre la desconfianza hacia los novatos y la posibilidad de construir un proyecto de largo plazo con un hombre de casa. Monterrey ya vivió etapas exitosas con managers que llegaron sin gran cartel, como Félix Fermín en 2007, y podría repetir la fórmula.
Más allá de los números en el currículum, lo que define a Amezcua es su carácter competitivo y la intensidad que mostró siempre como jugador. Esa filosofía la exploramos en La filosofía de intensidad y liderazgo de Adán Amezcua.
El debate está servido: ¿es más importante llegar con experiencia previa o con la capacidad de inspirar y liderar desde el campo? La respuesta marcará el rumbo de los Sultanes rumbo a 2026.
