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El 36 de Rivera – Columna de Armando Esquivel

Hay números en los uniformes que tienen un significado especial para quienes lo portan. El número del día de cumpleaños, el número de la suerte, el número del jugador favorito, el número del ídolo de la infancia, el año del nacimiento de un hijo, el número del año de debut.

Números, números y más números.

La gran mayoría de ellos tiene un antecedente y una razón de ser, además de una relación muy estrecha con su portador. En ocasiones se convierten en uno mismo: número y jugador. Son tan importantes que es recurrente que en el terreno de juego se identifique más el número en la espalda que el nombre de quien le da movimiento y vida a la cifra.

Hay números que son tan grandes y famosos que pasan al retiro. En el béisbol mexicano hay un par que destacan sobre todos los demás:
El “34” de Fernando Valenzuela y el “21” de Héctor Espino. Retirar un número de circulación es el honor más grande. Mucho más grande que ingresar Salón de la Fama.

¿No me creé?

Hay menos números retirados que inmortales en el flamante recinto de Parque Fundidora de Monterrey. El número es sagrado. ¿O no? A veces no tanto, Luis Carlos Rivera fue presentado el lunes como manejador de Toros de Tijuana y en la rueda de prensa se arropó con el 36 en su espalda.

—Yo uso el número 36 porque ese fue el que me dieron cuando debuté en Grandes Ligas” –explicó
—¿Y eso es todo? —pregunté.
—Todo —contestó.

Solo se lo dieron. Ni siquiera lo eligió.

El derecho chihuahuense debutó en Grandes Ligas con Bravos de Atlanta en la campaña del 2000 y fue ese el número que le entregó el encargado del clubhouse para que viviera su primera experiencia al máximo nivel. Ese mismo año (el 31 de julio) pasó a Orioles de Baltimore junto a Trenidad Hubbard y Fernando Lunar a cambio de Gabe Molina y B.J. Surhoff, sin embargo, con los antiguos Cafés de San Luis fue asignado con el número sesenta.

La carrera de Rivera se limitó a esa temporada del 2000, pero lo vivido fue inolvidable y el número que lo acompañó aquel primer día nunca quedó en el olvido.
-Le tomé cariño y me quedé con él y ahora como manejador –agregó.

EL “36” EN GRANDES LIGAS

Ocho jugadores nacidos en México se vistieron con el “36” en su paso por Grandes Ligas, incluyendo a Luis Carlos Rivera. El primero fue Horacio Piña, quien tuvo al “36” como uno de los seis números diferentes que utilizó. En la lista también está Fernando Valenzuela, quien hizo famoso al “34” en su etapa con Dodgers de Los Ángeles, pero en 1991 pasó a Serafines de California y ahí tuvo que elegir el “36” porque su mítica cifra estaba ocupada por Bryan Harvey.

El “Toro” también utilizó el “33” cuando jugó con Filis de Filadelfia en 1994. Otros paisanos con el “36” fueron Noé Muñoz con los Dodgers de Los Ángeles en 1995, pero aquí hay algo curioso, ya que el nativo del Estado de México sólo participó en dos juegos y hay registro de que empleó dos números diferentes, el ya mencionado “36” y el “45”.

Óliver Pérez portó seis números en su carrera de Grandes Ligas, incluyendo el “36” cuando hizo la transición de abridor a relevista con Marineros de Seattle en 2012, mientras que Jorge de la Rosa se lo puso en 2007 con los Royals de Kansas City. El “Cochito” debutó con Piratas de Pittsburgh en 2008 con el “63” en la espalda, pero para el año siguiente modificó el orden de los dígitos y cambió al “36”. El más reciente “36” mexicano en Grandes Ligas fue Miguel González en 2018 con Rangers de Texas.

TOROS DE TIJUANA

Con Toros de Tijuana han sido tres peloteros con la casaca “36”. El primero fue el lanzador dominicano Ramón Ortiz en la temporada 2014 y luego se vio a Víctor Castañeda jugar con ese mismo número en la campaña 2017. Para 2022 y 2023 el “36” lo ha utilizado Félix Pérez.

 

Nota de Editor HDB:
Gracias a Armando Esquviel por Permitirnos reproducir su Columna

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